Ciclo Creativo y productivo

TEÑIDO

El lenguaje del bosque esclerófilo: colores nativos abrazando al textil

Teñir fibras textiles con lo que nos ofrece la naturaleza es una práctica ancestral. El teñido natural se ha desarrollado en nuestro continente desde tiempos precolombinos y se ha mantenido vivo, a veces de manera silenciosa, gracias a tintoreras y artesanas/os que han cuidado, nutrido y compartido sus conocimientos a lo largo de muchas generaciones.

Los tintes naturales forman parte del mundo natural y del paisaje que nos rodea, y a través de esta técnica es posible plasmar directamente una parte de ese mundo vivo en una pieza textil, quedando manifestado a través del color.

Los colores son un lenguaje complejo, diverso y cíclico, y también un catastro temporal del territorio. Son diversos y van cambiando dependiendo de la estación o la fase lunar en la que se recolecta el material tintóreo. Así, la paleta de colores se transforma en un dispositivo que plasma el paso del tiempo, el movimiento de la Tierra y los astros, siendo el flujo de las aguas y la savia de árboles y plantas el canal de modificación de cada tono.

En el bosque esclerófilo, sus colores nos proporcionan información sobre los ciclos naturales del territorio y su biodiversidad. También nos cuentan las problemáticas que enfrentan, como en el caso de la Reserva de la Biósfera La Campana-Peñuelas, donde el estrés hídrico afecta la tonalidad y, peor aún, la misma permanencia del bosque.

La tintorería natural ha sido practicada por la mayoría de las culturas del mundo en su desarrollo textil. Sin embargo, a mediados del siglo XIX se fabrica el primer tinte sintético y el oficio pierde fuerza y protagonismo, debido a la mayor complejidad e inversión de tiempo que implica en comparación al químico. En la actualidad, sabemos que los tintes sintéticos son altamente contaminantes, mientras que los naturales no enferman las aguas ni el suelo, además de permitirnos elaborarlos de manera autónoma, con materiales locales.

Esto experimentamos en Las Palmas de Olmué, a los pies del cerro Punta Imán, en la casa-taller de Carla Mella, artesana en fieltro. Allí aprendimos sobre las posibilidades que nos regala el bosque esclerófilo con sus colores y hermosos mensajes. Peumos, bellotos, boldos, litres y otros seres nos acompañaron y conmovieron con su sabiduría en el habitar. Teñimos con maqui y peumo, y vimos aparecer sobre las hebras de lana increíbles tonalidades que son propias de nuestro territorio.

Crear con tintes naturales es una forma de conectarnos con el origen y el espíritu de los materiales y los procesos artesanales que nos permiten obtener una paleta de colores. Es un oficio de tiempos pausados, sensibilidad, paciencia y atención, que nos muestra con claridad la necesidad de cultivar amorosamente nuestras relaciones con los seres vivos.  La práctica de recolección debe ser respetuosa, cuidada, medida y consciente con cada planta que comparte su color. Es por eso que desde un enfoque regenerativo vemos en el teñido natural una posibilidad de habitar propuestas de reparación y revitalización del territorio, recuperando el vínculo con la naturaleza y la diversidad que la conforma. 

 El trabajo con los colores de nuestros territorios tiene la capacidad de recordarnos una forma armoniosa de habitar, donde la vida y su cuidado se ubiquen al centro. Una invitación a volver a escuchar lo que los árboles y las plantas nativas pueden enseñarnos y a acercarnos a la sabiduría que matorrales y bosques esclerófilos resguardan.